En la víspera del Señor. En el “quinto" tras la luna, en la
oscuridad de la maldad, se oculta la sombra que la mente nubla.
Las almas incautas que veneran al diablo, caerán en sus garras, sin
poder evitarlo.
Y tú, diablo, ¿qué poder te queda perdiendo aliados caídos?, por
dejarte seducir por la sombra de senos prohibidos, que ni en el más infame de
tus sueños poseerás, donde sólo sufrirás el castigo, que el tiempo no perdona a
nadie y a cada uno pone en su sitio.
Demonio tu que lo controlas todo y especulas desde el abismo, ¿cómo
has permitido que una visión milenaria te empuje al precipicio?
Hoy es tu gran día, esta noche te celebran un aquelarre, donde mi
sangre será vuestro vino y mi ausencia será la carne.
Brujas, hechiceros, incautos en una orgía donde el reparo llegó a su
fin.
Más, entregáis inconscientes vuestra alma sin censura, para que
vuestro señor se alimente, de vuestra fuerza y de vuestra mente, para borrar de
su pasado, la alianza con la mentira y condenaros a su presente.
Seré pasto de una legión de
actos indecorosos, de calumnias malnacidas, seré ninguneado por quien me apoyó
en la causa justa de algún día.
En el aquelarre del "quinto" tras la Luna. Me salvé de caer
ebrio de venganza, por no venerar al diablo ni beber copa alguna.
El Trovador de las tinieblas
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