Donde
la mente no alcanza a comprender
el verdadero significado de la verdad,
el
héroe,
cae en las fauces del olvido.
Surge
despiadada una flor
de pétalos firmes,
con espinas mortales,
con deseos
prohibidos,
de fragancia perversa,
de pensamientos letales,
en busca de cobijo.
Crece
sinuosa
en la simbiosis del destino,
usurpando el trono alzado
en lustros
combatidos,
hiriendo de muerte al héroe
que junto a ti había crecido.
Destruyendo
el hogar
donde el ciego había sobrevivido.
El
veneno de su lengua,
recorre por las venas del lacayo
que naufragó en la orilla
de sus piernas.
Y aun
muriendo su intento
de desvirgar la tentadora ofrenda,
ancla el tiempo a su favor,
secando para siempre el manantial
de donde
beben las promesas.
Una
enfermedad
que mutila lenta y suavemente
la hermandad de los hijos del antaño,
celebrando su muere,
usurpando su
legado,
haciendo inútil el esfuerzo
de los corazones que en la desgracia
se habían
aliado.
El Trovador de las Tinieblas |
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